Me gusta la bandera de mi país; y su historia me llena de orgullo. Pero de repente pienso que la historia la han escrito unos cuantos, que no son los que precisamente la vivieron. Y reniego de mi bandera, de mi tierra, de mí. Y me llevo mi país y mi patria en cada paso. Me llevo conmigo la sangre de los míos; los que me hacen yo. De momento me he detenido en un país extranjero... Y sigo siendo yo, con la sangre hirviendo.